LA CONCEPCIÓN DEL SÍNTOMA DESDE LA HITT Marco Vásquez
Las personas generalmente toman la decisión de visitar a un psicoterapeuta cuando están experimentando algún síntoma del cual se desean liberar. Puede tratarse de emociones indeseadas, como por ejemplo tristeza, ansiedad, frustración, etc., o de comportamientos disfuncionales, como por ejemplo fobias, compulsiones o adicciones.
Algunas formas de psicoterapia “atacan” directamente el síntoma, buscando eliminarlo o mitigarlo, y si lo logran, aparentemente el problema está resuelto. Sin embargo, desde el punto de vista de la Terapia Hipno-Integrativa de Psicología Profunda (HITT por sus siglas en alemán), la eliminación del síntoma no necesariamente es una solución adecuada ni definitiva.
Las ciencias de la salud en general han tenido tradicionalmente una visión “excluyente” respecto a la enfermedad: una persona o está sana, o está enferma. La salud se ha considerado como “normal”, mientras que la enfermedad se ha considerado como “anormal”. Es por eso que tanto la medicina como la psicoterapia tradicional han buscado eliminar los síntomas.
Uno de los principios que subyace al modelo terapéutico de la HITT se conoce como el “Principio Integrativo de la Salud y la Enfermedad”, que establece que la salud y la enfermedad son estados equivalentes y deben ser tratados por igual. Ambos estados (el estar sano o enfermo) se consideran como una expresión de una búsqueda de equilibrio por parte del ser humano, con la diferencia que en el caso de la enfermedad esa búsqueda se está haciendo de manera disfuncional (perjudicial para la persona y/o para el entorno).
Bajo esta visión integrativa u holística de la HITT entonces, el síntoma (la “enfermedad”) es considerado como una expresión auténtica y natural del individuo. Como un “mensajero” que debe ser escuchado y aceptado, en lugar de rechazado o destruido.
Si se nos prende la luz roja del indicador de gasolina en el tablero de nuestro vehículo, jamás pensaríamos en taparlo con una cinta adhesiva masking para evitar que siga molestando nuestra atención. Lo que hacemos es ir a la gasolinera más cercana a llenar el tanque. De igual manera, el síntoma debe verse como una alarma que apunta a procesos y causas más profundos que deben ser explorados. No debemos olvidar que el comportamiento humano es altamente inconsciente. El síntoma es simplemente la “mejor opción” que una persona ha encontrado para lidiar con las situaciones de su vida. Y de hecho los síntomas pueden inclusive ser físicos, es decir, manifestarse ya como enfermedades del cuerpo. Para la HITT los síntomas son vistos bajo esta perspectiva, independientemente de si son psicológicos o físicos.
Desde la visión de la HITT, el inconsciente deja de ser solamente aquella parte “oscura” o “reprimida” de nuestra mente (lo neurótico), sino aquella parte de la mente que en realidad busca facilitar nuestra adaptación al mundo, y busca en todo momento protegernos, aunque a veces lo hace a través de emociones y comportamientos difíciles de comprender o justificar. Si juzgamos o rechazamos el síntoma/enfermedad, estamos realmente rechazando al paciente y estamos reforzando su problema. Le estamos quitando a la persona su forma natural de expresión, y al mismo tiempo, estamos perdiendo la posibilidad de utilizar el síntoma para llegar a sus causas más profundas, a sus verdaderas causas. Al eliminar el síntoma corremos además el riesgo de que la persona exprese estas fuerzas internas de maneras alternativas y normalmente más intensas. Esto se conoce como la “traslación del síntoma”.
Por ejemplo, supongamos que una persona va a terapia porque quiere dejar de fumar. A través de una hipnoterapia sugestiva se puede eliminar su hábito en pocas sesiones. Sin embargo típicamente detrás del hábito está alguna ansiedad que puede estar siendo causada por algo “superficial” (reciente) como la situación de su relación de pareja, o por algo más “profundo” como un déficit en alguna etapa temprana de su desarrollo. Si eliminamos el síntoma (el fumar) pero no eliminamos las causas de la ansiedad, el paciente encontrará otra forma de expresarla; por ejemplo, recurrirá al alcohol o a la comida. Esto se puede extrapolar para explicar la dinámica de cualquier otro tipo de síntoma que esté experimentando la persona.
Para comprender mejor esto, vale la pena recordar que aquellos estados emocionales que no podemos controlar (y que a su vez causan comportamientos disfuncionales) son en muchos casos automáticos o inconscientes, es decir que son disparados por situaciones en nuestra vida actual que están “conectadas” con eventos del pasado que no han sido sanados o procesados adecuadamente. La HITT es una forma de terapia que reconoce el funcionamiento de esta dinámica a nivel de nuestra psiquis. Su protocolo terapéutico por lo tanto se basa en la aceptación total del síntoma como una expresión posible y válida del individuo, y la utilización del síntoma para buscar sus causas más profundas (tanto recientes como pasadas), reconocerlas e integrarlas, de manera que la persona las pueda expresar de una manera sana. Al sanar las causas más profundas del síntoma (o expresión disfuncional), éste desaparece en forma natural porque la persona ya no lo “necesita”.
La integración de las experiencias de vida implica que el paciente acepte su situación actual, al igual que su pasado y también, eventualmente, que realice un trabajo de perdón, tanto a sí mismo como a otras personas. El verdadero perdón no implica olvidar, sino una transformación de percepción después de la cual el recuerdo de los eventos del pasado ya no afecta en el presente. Además de ser una terapia integrativa, la HITT es también una terapia humanista:
Considera al ser humano como un todo, como una unidad cuerpo-mente-espíritu, con estos tres aspectos estrechamente relacionados. El conocer el sentido más profundo o trascendente de las experiencias de nuestra vida (el aspecto espiritual) nos permite liberarnos de sufrimiento innecesario.
Considera que el ser humano ya tiene dentro de sí la capacidad y los recursos para salir de sus problemas y recuperar su bienestar. El terapeuta es un acompañante, un guía en ese proceso.
Considera que cada persona es única e irrepetible. La HITT se basa en un profundo respeto por la individualidad del cliente; por lo tanto evita diagnósticos generalizados, ya que las causas de la enfermedad pueden ser diferentes para cada persona. Una parte clave del modelo terapéutico HITT es el uso de un estado ampliado de conciencia (al que se llega a través de una relajación profunda) durante la terapia.
En nuestras edades tempranas, no tenemos la capacidad para procesar los conflictos de manera racional (es decir con la participación de la corteza cerebral). Lo mismo ocurre con las experiencias fuertemente emocionales: se “desconecta” a nivel neurológico esta capacidad, independientemente de la edad a la que ocurrieron. Estas vivencias se graban en capas psíquicas profundas, correspondientes a las áreas subcorticales del cerebro, tales como el sistema límbico y el tallo cerebral, que son altamente inconscientes.
La sanación requiere que la enfermedad sea tratada al mismo nivel en el que fue creada. Es por eso que la HITT utiliza estados ampliados de conciencia. Los estudios de investigación han demostrado que las formas de psicoterapia que se realizan en estados ampliados de conciencia son altamente efectivas debido a que en dicho estado:
La persona puede acceder a contenidos (recuerdos) que han estado olvidados o reprimidos en la mente inconsciente (áreas subcorticales);
Las emociones asociadas a las experiencias del pasado pueden ser accesadas y “re-vividas” con mayor fidelidad, y procesadas con mayor efectividad;
La mente está más abierta a nuevas interpretaciones sobre los eventos del pasado y a la adopción de nuevas creencias más saludables para la persona. Es así cómo el enfoque psicoterapéutico de la HITT genera un profundo nivel de autoconocimiento, permite a la persona asimilar e integrar sus experiencias de la vida, eliminando así las causas del automatismo del comportamiento (el “síntoma”). Eso vuelve a la la persona más consciente y libre para comportarse y desarrollarse en forma saludable, restableciéndose así el equilibrio y el bienestar en su vida.