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LA MUERTE Y LA PSICOTERAPIA


Múltiples opciones de ayuda ofrecen los variados métodos psicológicos y psicoterapéuticos, para hacer frente a los encuentros perturbadores, generados a partir de una incompleta e insana relación con vivencias de cambio, conclusión, cierre o muerte.

La psicoterapia en su amplia gama, ofrece tratamientos que tienen como objetivo, acompañar de manera profesional al cliente, facilitando el entendimiento y la transformación de pensamientos, sentimientos y conductas; tendientes a aliviar los síntomas que le producen un grado de sufrimiento importante. La persona que llega a terapia, cualquiera que sea la naturaleza de sus síntomas psicológicos, se encuentra en un estado de desmoralización que puede caracterizarse por la pérdida de autoestima, sentimientos de incompetencia, desvalimiento y desesperanza. Esa sensación de incompetencia subjetiva deja al individuo incapaz para afrontar las demandas propias y del medio circundante. El método H.I.T.T. por sus siglas en alemán (TERAPIA HIPNO- INTEGRATIVA DE PSICOLOGÍA PROFUNDA) aborda con una Luz especial la posibilidad de integrar desde una Consciencia de Amor y Libertad, el proceso de transmutación al que llamamos Muerte.

Los síntomas que reportan las personas que solicitan psicoterapia varían según las experiencias personales dolorosas y la dificultad de encontrar en su medio cercano alivio. El malestar psico- emocional afecta de manera significativa el quehacer cotidiano y con frecuencia se manifiesta a través de ansiedad, depresión, estrés, conflictos con la pareja, muerte o suicidio de familiares cercanos, dificultades en las relaciones sexuales, entre otros comportamientos que interfieren la vida de una persona en distintas áreas, como por ejemplo las adicciones (alcohol, drogas, etc.) o quizás los referidos a la alimentación (anorexia nerviosa, bulimia, etc.).

Existen un número cada vez creciente de enfoques psicoterapéuticos, incluyendo la terapia cognitiva-conductual, la interpersonal, la psicodinámica y otras clases de terapia conversacional que intentan remediar la relación mental de pérdida, más aún la TERAPIA INTEGRATIVA BAJO HIPNOSIS, puede lograr una ayuda efectiva en el proceso de validar la presencia del dolor en la vida de un ser humano, así como el propósito de aprendizaje profundo que puede aportar nueva consciencia para la experiencia vital.

La psicoterapia ofrece la oportunidad de identificar factores causantes de las anomalías psíquicas y psicosomáticas, conductuales, interpersonales y situacionales.

La Vida y la Muerte aparecen como dos aspectos dentro de la experiencia humana; sin embargo, en realidad no existe tal división cuando se trata de sentir la partida de un ser amado. No podemos dejar de amar a quienes han partido, solo por el hecho de ya no poder coexistir con sus cuerpos.

Un terapeuta capacitado puede ayudar al consultante a identificar opciones para el futuro y a fijarse metas realistas que le permitan mejorar su bienestar físico, mental y emocional. La Hipnoterapia con enfoque de Psicología Profunda ayuda también a descubrir nuevas posibilidades de lidiar satisfactoriamente con sentimientos frustrantes, presentes o pasados.

Un acompañamiento terapéutico exitoso y competente nutre creativamente los diferentes episodios de la cotidianidad; donde el juicio, los rendimientos personales y la “normalidad” serán abordados más allá de los estándares neuróticos y se otorgue valor a la expresión natural de la vitalidad emocional.

Explorar nuevos caminos para el pensamiento y la imaginación posibilita a la conducta humana, el generar soluciones y genuinos recursos que coadyuven en el restablecimiento de la salud integral. Los terapeutas están llamados, conjuntamente con sus pacientes, a redescubrir nuevos recursos para abordar problemas psicológicos, conocerlos como parte de una psicodinámica mayor; y, así poder transformar patrones cerrados y auto agresivos, en efectivas y empoderantes opciones de expresión.

La psicoterapia pretende sostener a las personas, mientras éstas hallan su coherente capacidad de auto-observación y el placer de vivir; transitando novedosos caminos que incorporen gradualmente actividades placenteras y armónicas a sus rutinas habituales.

Hacer consciente lo inconsciente, sostenía Sigmund Freud, es la tarea; percibir el mundo interno que posee una diversidad no por todos conocida, puede suponer un método interesante de psicoanálisis.

Abordar la realidad del proceso mortuorio se vuelve una tarea tanto laboriosa como sensible que implica una ración de lógica y otra de corazón. Sin embargo el paseo por las seductoras aguas del subconsciente persigue un propósito todavía más atrevido: provocar la Consciencia más allá de la comodidad inmediata, en la búsqueda de la integración tanto de los momentos de la vida como los de la muerte en un Todo orgánico e interactivo.

La crisis mundial actual, generada por la invasión del COVID19, nos pone en perspectiva, invitándonos aunque obligados, a trascender las transferencias emocionales provocadas por el MIEDO, que en este momento es nuestro mejor Maestro. Advirtiéndonos sobre el sentido trágico, absurdo; y, a la vez feliz de la vida, Albert Camus en su libro “El Mito de Sísifo” nos revela una sensación poderosa, revitalizante que nos permite descubrir detrás de una roca, la realización completa de un destino.

Pero sigue siendo lo absurdo y su vida contradictoria lo que nos enseña. Pues el error consiste en pensar que esta cantidad de experiencias depende de las circunstancias de nuestra vida, cuando sólo depende de nosotros. A este respecto hay que ser simplista. A dos hombres que viven el mismo número de años, el mundo les proporciona siempre la misma cantidad de experiencias. A nosotros nos corresponde tener conciencia de ellas. Sentir la propia vida, su rebelión, su libertad, y lo más posible, es vivir lo más posible. Donde reina la lucidez se hace inútil la escala de valores. Seamos todavía más simplistas. Digamos que el único obstáculo, la única pérdida "por falta de ganancia" lo constituye la muerte prematura.1

Morir prematuramente, como yo lo entiendo, sería vivir a medias, tratar de controlar el impulso vital en lugar de dar rienda suelta al vaivén de la vida. Creo firmemente que es posible reconocer, en la presencia de situaciones emocionales dolorosas, un sentido mayor, quizás aún oculto, pero que en sí mismo, guarda un propósito equilibrante, al aceptarlo nos habilitamos no solamente a sobrellevar el malestar, sino además, a aprovechar el movimiento del inconsciente para revisar capítulos pasados de nuestra propia historia, bajo la luz del entendimiento superior holístico.

La cuestión no es si podemos trascender las aisladas escenas del dolor; la disyuntiva es, si estamos dispuestos a integrar los procesos de muerte, desde la perspectiva terapéutica de mirar el todo y no solo una parte o la última. 1 CAMUS, A., El Mito de Sísifo, Editorial Losada S.A., Buenos Aires, 1985, pág. 33.

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